NIKE BRUIN – BASKETBALL 1972
Las Nike Bruin es una de aquellas zapatillas que nunca hubieras dicho que son, o eran, para jugar a baloncesto.
Y resulta que las Bruin fueron nada más y nada menos que las primeras zapatillas de baloncesto de Nike.
Su diseño era, estéticamente, similar a las Nike Cortez por tanto las primeras zapatillas de basket de Nike tenían un aspecto que en un principio no podía fallar, ya que las Cortez siempre se habían vendido muy, muy bien.
Las ventas se pronosticaban buenas.
Las Nike Bruin eran bajas (de perfil bajo) porque por aquel entonces los especialistas en la materia teorizaban sobre que las zapatillas de perfil bajo daban libertad de movimientos y evitaban torceduras de tobillo al exigirle a las articulaciones y la musculatura estar en alerta, mientras que con las botas de caña alta podía suceder lo contrario.
Las Nike Bruin salieron al mercado en 1972, un año en el hubo lanzamientos míticos en la historia del calzado deportivo.
Tres años atrás, en el 69 (el año picarón…) se habían lanzado al mercado las adidas Superstar, las Campus y las Puma Suede de modo que Nike llegaba a un terreno donde al menos 4 marcas se disputaban el mercado….adidas, Puma, Converse y ProKeds estaban robándose balones los unos a los otros e intentando tirar siempre desde la línea de tres.
Y antes, mucho antes de que las Bruin se hicieran famosas en los pies de actrices y actores de los 70s como Farrah Fawcett (una de las tres protagonistas de la serie “Los Angeles de Charlie”) de Michael J. Fox en regreso al Futuro, que nosotros recordamos las Nike Bruin por Regreso al Futuro pero es que en aquel momento el que era muy famoso por sus series en la televisión americana era Michael J.Fox, no Nike ni las Nike Bruin.
Pues eso, antes de que se pusieran unas Nike Bruin Farrah Fawcett, Michael J. Fox o Tom Hanks en Forrest Gump,
fue Geoff Petrie, un jugador de los Portland Trail Blazers quien en marzo de 1972 las estrenó en un partido de la NBA mostrándo las Nike Bruin ante los espectadores del Memorial Coliseum, el histórico pabellón deportivo de Portland, Oregón, sede de Nike.
Lamentablemente para muchos esta es ahora una zapatilla que se reedita en muy pocas ocasiones y la última que yo recuerdo fue la del 21 de Octubre del 2015, cuando Nike relanzó una edición modernizada justamente el mismo día que Marty Mc.Fly, con sus Nike Bruin en los pies, viajaba con su Delorean en Regreso al Futuro II
BLAZER
La Nike Blazer se lanzaron en 1973 y aunque os suene raro lo que os voy a contar ahora, se lanzaron presumiendo de ser unas de las mejores zapatillas de baloncesto del momento. Nike apenas acababa de abrir “oficialmente” sus puertas, pero siendo fieles al carácter de Phil Knight iban a por todas, sin complejos.
Aquellas zapatillas se produjeron con un upper (una parte superior) de cuero, una lengüeta de malla de nylon y una suela de goma vulcanizada que tenía una textura en los laterales similar al de la superficie de las pelotas de basket. Las suelas de goma vulcanizadas eran las preferidas por los jugadores de baloncesto de principios de los 70s, pero es que claro, tampoco había mucho más donde escoger.
De hecho, cada uno de los elementos escogidos por Nike para la construcción de las Nike Blazer era lo mejor de lo mejor.
Era la mejor tecnología disponible en el momento para zapatillas de basket.
No olvidemos que los 70s eran los inicios de las zapatillas deportivas tal y como las conocemos hoy día… primeros materiales, primeros inventos.
Ya había marcas como Mates en Barcelona, adidas en Alemania o Onitsuka en Japón (por mencionar algunas) que hacía muchos años que desarrollaban artesanalmente zapatillas, o más bien dicho zapatos deportivos de gran calidad… pero el desarrollismo comenzó a vislumbrarse en los 70s, cuando los logos y las marcas comenzaron a querer estar más presentes en la vida social y comenzaron a desarrollarse nuevas ideas, a incorporarse como os decía nuevos materiales, etc…. incluso las tiendas todavía no eran, ni de lejos, como las conocemos hoy día…. antes las tiendas que vendían zapatillas eran bazares, en nuestro país las tiendas, las pocas tiendas que vendían artñiculos de deporte eran tiendas que, pues por ejemplo, podían estar vendiendo tabaco…juguetes, artículos de montaña y playa… y alguna zapatilla suelta… y luego ya vinieron las zapaterías y luego más tarde las tiendas de deporte con cara y ojos….
Cuando Nike lanzó las Blazer todavía faltaban 5 años para que Nike sacara sus primeras zapatillas con cámaras de aire y 12 para que convencieran a Michael Jordan de que no firmara con adidas.
Por tanto era una zapatilla de basket importante para Nike y como no tenía que llevar el nombre del equipo de la ciudad sede de la empresa, las Nike Blazer tomarían el nombre del equipo de basket de los Portland Trail Blazers y George «The Iceman» Gervin (de los San Antonio Spurs) fue el jugador más significativo que comenzó a utilizarlas.
Gervin estaba con adidas pero Nike le ofreció unas zapatillas que le gustaron mucho más y una buena suma de dinero… esperad!, que ahora no sé si fue así o al revés, que le ofrecieron una muy buena suma de dinero y entonces le gustaron las zapatillas mucho más… bueno fuera como fuese…
Nike se aseguró de que las cámaras de las mejores publicaciones deportivas del momento enfocaran a Gervin saltando a canasta con las Blazer y así con cada una de aquellas fotos se creaban nuevos anuncios, cada partido se convertía en un momento mágico. La comunión entre Nike, las Blazer y Gevin fue a más y el siguiente paso fue la producción de un modelo de Blazer con el sobrenombre de Gavin: Nacieron las primeras Blazer “Iceman”
Las Blazer tenían el nombre de Iceman en el talón, sustituyendo el nombre Nike por el nickname de Gavin. Una apuesta revolucionaria del equipo de marketing. Nike confiaba en el poder de convencimiento de los jugadores sobre los fans y apostaba por asociar su marca a la de los iconos deportivos más relevantes, al contrario que adidas, que se negó durante mucho tiempo a ponerle el nombre de Jabbar a sus zapatillas y se negó también en hacerle, años después, unas zapas a Jordan… le dijeron que se pusiera las que había, que eran muy buenas…
Jordans a parte las Blazer comenzaron muy fuerte y tuvieron amplia presencia sobre las pistas de baloncesto de la NBA hasta que poco a poco sus suelas y sus materiales pasaron de ser lo mejor de lo mejor a ser lo más antiguo del salón.
Nike ya estaba dándole vueltas a el aire y fueron ellos mismos los que convirtieron sus magníficas zapas de basket Blazer en unas buenas zapas deportivas que, eso sí, estuvieron durante mucho tiempo, siendo utilizadas también, por ejemplo, por skaters americanos que podían pagárselas.
De hecho tanta huella dejaron en la cultura del skate que en el 2005 el skater profesional Lance Mountain anunció que lanzarían unas Nike Blazer SB para patinar, agregando acolchado a la lenguetas y poniendo aire en sus suelas, de modo que por primera vez en la historia de las Blazer las suelas vulcanizadas serían mejoradas con unas cápsulas de aire internas.
Las Blazer, además de ser las primeras mejores zapas de Nike pasaron a ser también, (y obviamente lo siguen siendo) unas de las zapas Nike que más tiempo han estado a la venta y logrando siempre una muy buena aceptación por parte de los consumidores.
Un grandes éxitos!!! como dirían las radios de los 80s cuando hablaban de un nuevo disco LP recopilatorio MAX MIX!!!
CORRER ERA COSA DE FRIKIS
De modo que el Basket estaba en plena forma. Era un deporte cool, de universitarios atléticos que jugaban primero en su propia liga y que después podían dar el salto a la gran NBA.
Que se jugaba en pistas de parket elegantes y que se jugaba en equipo. Era un deporte que podía llegar a convertirse en una profesión que y estaba muy bien visto, gracias a la popularidad que había ganado año tras año sobre todo tras la Guerra Mundial, al convertirse en uno de los deportes más practicados por la sociedad.
Sin embargo, ¿correr?, ¿quién corría?, ¿qué necesidad había?, ¿con qué objetivo?.
¿Ser más rápido?, ¿más rápido que quién?…
No fue hasta mediados los setentas cuando gracias a los primeros logros olímpicos y a programas como los que difundieron algunos de los fundadores de las primeras marcas, sobre todo gente como Bill Bowerman con su famoso libro de metodología para la práctica del jogging que a la gente se le empezó a despertar la curiosidad por saber que era aquello del jogging, porque estaba guai salir a correr, así sin más.
Pero correr no era un deporte popular, era cosa de atletas, y si salía a correr alguien que no fuera un atleta no era por diversión, era por salud. No salía pensando en: oh, así me despejo, me vienen las ideas corriendo, soy mejor persona, quiero superarme a mi mismo, lo paso muy mal pero cuando cruzo la meta tengo una sensación tan sensacional que ya estoy esperando ir a la siguiente.
En aquel momento correr era cosa de frikis, ¡de frikis de los buenos!
Porque además salir a correr con calzado y ropa adecuada ya era, mmmm , cosa de marcianos. Osea, si a día de hoy, 25 de noviembre de 2019, siglo XXI…. hay gente que sale a correr con camiseta de algodón (que cuando sudas pesa 10 kilos) y con bambas con suelas de piedra que no flexan y que no transpiran, ¡imaginaros con que equipación salía a correr aquella gente! Aquello no es que fueran frikis corriendo en busca de una mejora de salud, ¡eran héroes!
Bueno, pues puestos en situación, del posicionamiento social que tenía el running, osea jogging, en aquel momento, vamos allá con las Nike Cortez.
RUNNING O JOGGING
LAS NIKE CORTEZ
Y tal y como os expliqué en el programa “La llamaremos Nike” la historia de las Nike Cortez se remonta a 1968, cuando Onitsuka Tiger lanza las TG24 y Bill Bowerman, entrenador y socio de “Blue Ribbon Sports”, distribuidora de Onitsuka Tiger en EEUU, propone cambiarles el nombre de TG24 por uno más sugerente…y las apoda Azteca, hasta que reciben una carta de los abogados de adidas donde les advierten que ese nombre ya lo tienen ellos registrado y les obligan a buscar un nuevo nickname para las innovadoras zapatillas de jogging que finalmente se apodaron Cortez, el conquistador Español que invadió a los Aztecas.
Ya desde su inicio las Cortez fue número uno en ventas. Eran unas zapatillas con un buen diseño para la práctica del jogging, y con una estética y unos colores fenomenales también para un uso casual.
Pero el 30 de mayo del 71 Bowerman y Knight, cuando fundan finalmente Nike y comienzan a comercializar su propia línea de calzado incluyen en su catálogo las Cortez, las que habían sido las Onitsuka Tiger Cortez.
Los ex distribuidores de Onitsuka, que ya hacía tiempo que convencidos de que su relación con los japoneses no era la más apropiada para sus ambiciones empresariales, ya hacía meses que andaban buscando una fábrica para producir sus propias Cortez al margen de Onitsuka
1969, dos años atrás, había sido un año en el que debido al bajo coste de producción de los talleres en Asia muchos de los centros de producción de calzado de EEUU habían tenido que cerrar sus puertas, y lo habían hecho hasta casi 100 aquel año.
En 1970 se vendieron en el país 840M de pares de zapatillas de los cuales el 32 por ciento eran importados, que comparados con el 4 por ciento de diez años atrás eran una brutalidad. Comenzaba la guerra de la importación.
Fijaros en la gravedad de la situación que en el Congreso de los EEUU estaban trabajando para imponer impuestos a la importación de calzado traído desde Japón y por tanto los costes y las dificultades ante las que se iba a encontrar Blue Ribbon Sports, importando zapatillas de Onitsuka Tiger iban a ser cada vez mayores.
Knight y Bowerman tuvieron claro que había que comenzar a pensar en una nueva fórmula de negocio para conseguir progresar y decidieron inicialmente buscar fábricas en el tercer mundo, para poder producir calzado con costes bajos. Taiwan y Corea eran dos países donde se confeccionaba calzado pero no tenían la calidad de producción que tenían las factorías de Onitsuka en Japón, y además los de Nike sabían que corrían el riesgo de que comenzaran a aparecer copias piratas fabricadas por las mismas fábricas que les producirían sus zapatillas, de modo que Knight decidió que lo mejor sería producir su calzado en EEUU. Una fábrica en su país le daría a su marca la posibilidad de desarrollar productos con la más estricta confidencialidad posible y también podrían ser rápidos en la introducción de nuevos modelos en su mercado. En EEUU jugaban en casa.
Phil Knight y Chuck Cale, abogado y uno de los inversores de la sociedad que Knight y Bowerman habían creado para poder crecer como empresa, se fueron a ver al propietario de una de las mayores fábricas de calzado de EEUU con la intención de comprarla. Cale insistió en que había que viajar en primera clase para dar buena impresión pero nada más llegar a su destino e intentar alquilar un coche la compañía de renting les dijo que la tarjeta de crédito de Knight estaba vencida.. O, Ohhh… mal comenzaron aquel viaje que les llevó hasta la oficina del propietario de la una de las fábricas más importantes de América, que tras recibirles les dijo que su oferta era ridícula y que aunque les habían caído muy bien, y que le habían gustado mucho sus historias sobre el mundo del deporte…. no podía venderles la fábrica a un precio tan bajo y menos todavía venderla a crédito, tal y como le habían propuesto Knight y Cale.
De modo que como no tenían dinero para comprar una fábrica de primera categoría bajaron un escalón y partieron en búsqueda de nuevas oportunidades…
Knight pensó entonces en que en lugar de comprar tenían que optar por alquilar y vieron viable buscar alguna en Nueva Inglaterra, lugar donde había una gran tradición zapatera, donde los sindicatos de obreros no eran conflictivos y dónde probablemente encontrarían un taller que encajara con sus necesidades.
LA FÁBRICA DE LAS CORTEZ, Y EL CAPATAZ
Fron Street, número 156. Exeter, Nueva Inglaterra.
Knight y Johnson se desplazaron hasta Wexeter, una preciosa población industrial de ladrillos rojos donde estaba la antigua Wide Shoe Company, una fábrica donde en 1910 habían llegado a trabajar hasta 700 empleados.
Knight y Johnson abrieron la puerta metálica de la vieja fábrica y gracias a la vibrante luz del sol matinal que entraba por la viejas ventanas rotas de lo alto de las paredes pudieron ver decenas de viejas máquinas de calzado, botes, bobinas de hilo, palomas y polvo, mucho polvo.
El propietario había dividido el enorme espacio de la fábrica en varias zonas y las tenía arrendadas a diversos negocios: había una pequeña fábrica de hacer galletas, un taller mecánico y una bodega.
Como diría un agente inmobiliario: era un local con muchas posibilidades.
Su siguiente cita en la agenda de aquel día fue en un restaurante de carretera. Uno de aquellos sitios sin glamour donde se come muy bien. Allí se habían citado con Giampietro, un veterano capataz que había pasado toda su vida en fábricas de zapatos que sabía como tratar y orquestar a un equipo de artesanos cosedores, y cortadores. Conocía las máquinas, conocía la gente y conocía de muy buena tinta las normas escritas y no escritas del sector.
Giampietro nunca había fabricado unas zapatillas deportivas. Knight abrió la cremallera de su bolsa de mano y sacó lentamente de su interior una muestra de las Onitsuka Tiger Cortez. Giampietro las examinó, observó cuántas piezas componían la zapatilla, como estaban unidas las partes superiores a la suela y el compuesto material de la goma y dijo: No hay problema. Podemos hacerlas.
Nike decidió apostar fuerte y comenzar a producir sus Cortez antes incluso de que supieran el resultado del juicio al que iban a enfrentarse contra Onitsuka Tiger.
Ambos sabían que el diseño de las Cortez era un éxito en ventas y ambos querían conseguir quedarse con ellas.
En 1974 el tribunal resolvió que Nike sería el propietario de las Cortez, de modo que a Onitsuka no le quedó más remedio que pasar al plan B y seguir produciéndolas pero rediseñándolas para no tener problemas con Nike y cambiándoles el nombre, llamándolas Corsair, Tiger Corsair.
Phil Knight se desplazó de nuevo hasta Nueva Inglaterra. Llegó al atardecer y en la fábrica ya no quedaba nadie. Al fondo de la nave había un pequeño espacio donde los trabajadores se cambiaban una mesa, un par de bancos y algunas taquillas.
Knight metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó un pequeño bloc de hojas amarillas con una tira adhesiva que un amigo suyo, un tal Art Fry había inventado recientemente para la empresa 3M. Se llamaban Post-it…
Knight pegó uno sobre la taquilla del capataz Giampietro y escribió:
“Las Cortez son nuestras. Seguimos adelante”.
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